quarta-feira, 22 de abril de 2015

Enrique Vargas Muñoz (Granada, 22/04/1910 - Malaga, 22/09/1948)

Hijo mayor de Placido Enrique Vargas Corpas, Enrique, como lo bautizaron sus padres, nació el 22 de abril de 1910, en la ciudad de Granada, cuando la familia vivía aún en el 17 de la calle Pontezuelas. Tuvo una infancia tranquila y feliz compartiendo la atención de sus padres con los hermanos María Luisa, Octávio y María del Carmen. Disfrutaba las vacaciones veraniegas en un cortijo de la familia en Iznalloz.
Enrique, su hermana María Luisa e sus primas en Iznalloz (c.1930)

En busca de una profesión sigue los pasos de su padre y de su abuelo paterno, atendiendo a los requisitos para conseguirse el diploma de Maestro de Primera Enseñanza. Pero piensa también en vuelos más altos y suele ingresar, en el año 31, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada. En julio del año siguiente tiene en sus manos el diploma de Maestro de Primera Enseñanza, y en noviembre dese mismo año le encargan un puesto provisional en Granada. Hasta entonces consigue llevar sin mayores dificultades el curso de Medicina con las obligaciones de maestro. Pero en marzo de 1934 sale su nombramiento para ser maestro propietario en La Caleta, Salobreña, 75 km al sur de Granada. Dejando de parte las exigencias de la facultad, Enrique pasa a dedicarse exclusivamente a sus obligaciones de maestro en La Caleta. De ese trabajo escribirá un bello memorial revelador de su interpretación sobre los problemas de la educación infantil y del contexto social de los pueblos españoles de entonces. Esas páginas están reproducidas al final de este texto y pueden ser interpretadas, debido a su muerte prematura, como su testamento intelectual. Lo ha escrito cuando se presentaba a oposiciones por un vacante de maestro en una escuela en la ciudad de Granada y de esa forma, poder volver a seguir el curso de medicina. 

Pero por algún motivo ha considerado mejor alternativa incorporarse, como militar de complemento (para universitarios), al Regimiento de Artillería Ligera nº 4, de Granada. Ya estaba en cuartel en los primeros días de enero de 1936. 

Todos sus proyectos de vida son interrumpidos por la guerra civil y por la toma de Granada por las fuerzas de Franco en julio de 1936 y su regimiento se puso de inmediato bajo el comando de los revoltosos. Enrique se encontró atrapado por una de esas terribles armadillas del destino: sin entenderlo, pasó de un momento a otro a ser un soldado rebelde, bajo los ordenes de quién había mandado encarcelar a su padre y determinado que el patrimonio familiar fuese incautado. 

La situación siquiera le ponía el dilema de escoger un lado, una vez que dejar su regimiento solo pondría en más riesgo a su padre y sus familiares. Solo le quedó resignarse, quedarse en su puesto y... rezar por el restablecimiento de la paz. Enrique no ha conseguido evitar que su padre fuese fusilado en octubre de aquel mismo año. Además de eso tuvo que enfrentarse, el año siguiente, por su condición de maestro, a un proceso de depuración. En este caso nada se lo pudo apuntar en su disfavor, y su condición de militar impidió actuó en su favor.


Arriba, un joven en busca de su futuro, abajo, en 1937, abrumado por la guerra, con el uniforme de teniente de complemento, 

Terminada la guerra civil fue destinado a servir en Tetuán, en el Marruecos español. En 1942 ya había concluido el curso de Medicina, pero solo recibiría su diploma en 1944. Por esa época deja el ejército. Tiempo de empezar nueva vida.

Licenciado em Medicina y Cirurgia


Enrique y Nadia (1944)


En el día 5 de julio de 1944, con 34 años, se ha casado en Tánger, Marruecos, con la joven Nadiejna, 12 años menos que él. Poco después han nacido su hijos, Oleg, en 1945, y Maroussia, en 1947. No tuvo oportunidad de verlos crecer. Ha encontrado la muerte en septiembre de 1948, a causa de un accidente en la carretera de Colmenar, Málaga, al regresar de Granada para Tánger. Conducía entonces una moto, llevando en el side-car su esposa y los hijos, que han sobrevivido. 

***

Abajo el memorial que presentó Enrique en diciembre de 1935 cuando se presentó a oposiciones para un vacante de maestro en la ciudad de Granada.











Nota: Las fotos pertenecen al acervo de los descendientes de su hermana, María Luisa. Los documentos reproducidos han sido obtenidos en el Archivo de la Universidad de Granada. En el Archivo General de la Administración obtuvimos copia del proceso de depuración. La noticia sobre la muerte de Enrique ha sido publicada en el periódico ABC de Sevilla, de 21 de septiembre de 1948, p. 13. 

Nota: texto alterado en 29/12/2015.

terça-feira, 29 de julho de 2014

Placido Vargas y la Escuela Elemental de Trabajo de Granada


    Al estallar la guerra civil en Granada el Profesor Plácido Vargas actuaba como maestro de Gramática y Trabajos Manuales en la recién inaugurada Escuela Elemental de Trabajo de Granada.
   El había sido nombrado para ese puesto luego de ser aprobado en un concurso anunciado por la Inspección General de Enseñanza Profesional y Técnica en la Gaceta de Madrid de 5 de junio de 1933. De su tribunal han participado D. Virgilio Castilla Carmona, presidente del Patronato, D. Daniel Ferbal, Profesor de Francés del Instituto y Vocal del Patronato; D. José Álvarez de Cienfuegos, Catedrático de la Universidad y que había sido nombrado Director de la Escuela en marzo de ese año; don Braulio Tamayo, Catedrático del Instituto, y D. Enrique Alonso Redondo, Interventor de Hacienda y Vocal de Patronato.
    La Gaceta de Madrid de 11 de julio de 1934 publica los nombramientos resultantes de ese concurso. Con Plácido Vargas son aprobados: para Matemáticas, a D. Fernando Pelsmaeker Iváñez; para Dibujo industrial, a D. Mariano Calleja Rafal; para Dibujo de aplicación a Artes industriales, a D. Hermenegildo Lanz González; para Geografía, Historia, Economía y Legislación industrial, a D. José Arenas Arévalo, todos con sueldo de 2.000 pesetas anuales. Son también nombrados: para Auxiliar de Matemáticas, Física, Química e Higiene, a D. Antonio Ocaña Fábregas[; para Auxiliar de Dibujo, a D. Miguel Ruiz Molina; para Maestros del taller de Carpintería, Ebanistería y Talla, a D. Antonio Torres; taller de Construcción, a D. Valentín Pascual García; taller de Mecánica, a D. Vicente García Segura, y del taller de Industrias de la mujer, a doña Francisca Vera Casares.
   Las dificultades de la época han impedido el funcionamiento inmediato de la escuela y, por eso, algunos meses después, esos nombramientos tuvieron que ser suspendidos “hasta tanto que el Patronato cuente con local apropiado y la instalación necesaria de los talleres para el desarrollo eficiente de las enseñanzas prácticas del mencionado Centro.” [1]
   La Escuela está otra vez en marcha con el nombramiento de D. José Arenas Arévalo para su Secretario.[2] Pero solamente por orden del 5 de noviembre se aprueba el contrato de arrendamiento de la “casa número 9 de la calle del Padre Suárez”, por 9.500 pesetas anuales, propuesto por el Patronato local de Formación profesional para allí instalar la Escuela.[3] El inmueble es propiedad de D. Enrique Moreno Agrela.[4] 
   En la misma oportunidad se levanta la suspensión sobre el nombramiento de personal, quedando autorizada la inauguración de la misma “tan pronto se halle instalada en el local objeto de este expediente.”
   Asimismo, solo en marzo del año siguiente, miembros del Patronato y el presidente de la Diputación, D. Virgilio Castilla , consiguen establecer que la inauguración de la Escuela se realice de allí a algunos días.[5]
   La Escuela se ha inaugurado a las cinco de la tarde del 1 de abril de 1936 con numerosa asistencia. Son oradores del evento los señores Castilla, Cienfuegos y D. Martin Ocete, Rector de la Universidad de Granada.[6]
   En junio, poco antes de estallar la guerra civil, aún se publica el nombramiento, con carácter interino, de D. Rafael Haro Montalbán, para ayudante meritorio del Taller de Mecánica y de D. Francisco Alonso Domínguez, para ayudante meritorio del Taller de Carpintería, Ebanistería y Talla.[7]
   La guerra ha interrumpido la labor de ese primero grupo de profesores de la Escuela Elemental de Trabajo de Granada. Plácido Vargas ha sido preso, separado de empleo y sueldo y en el 23 de octubre de 36 fusilado en la tapia del cementerio de Granada.  Hermenegildo Lanz ha escapado de la muerte por instancias de su amigo Manuel De Falla.[8] Fernando Pelsamaeker se ha exilado en México.[9] D. Antonio Ocaña se incorporó al ejército nacional.[10]  D. José Álvarez Cienfuegos, Director de la Escuela y Catedrático de Derecho de la Universidad de Granada, fue depurado y suspenso de empleo y sueldo por un año.[11]
   Hoy día la institución en que se transformó la Escuela Elemental de Trabajo de Granada lleva el nombre de “Instituto de Educación Secundaria Politécnico Hermenegildo Lanz.”




[1] Gaceta de Madrid, 24/11/1934. p.1539.
[2] Gaceta de Madrid, 17/05/1935, p.1414)
[3] Gaceta de Madrid, 07/11/1935, p.1072)
[4] La calle Padre Suarez era la antigua Pavaneras, que años después retomaría su denominación original.
[5] Según noticia el Defensor de Granada en la edición de 19/03/1936, p.4. Versión digital disponible en http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/.
[6] “La Publicidad” (Granada), edición de 02/04/1936, p2. Idem.
[7] Gaceta de Madrid, 25/06/1936, p.2675.
[8] Véase el artículo de Elsa Fernández-Santos en El País de 30/05/2012, disponible en  http://cultura.elpais.com/cultura/2012/05/30/actualidad/1338406642_413583.html.
[9] Mencionado por Manuel Martín Rodríguez en “Economistas Académicos del Exilio Republicano Español de 1939”, p.71, disponible en http://www.editorialtleo.com/descargas/Economistas_republicanos.pdf.
[10] En 1964 era el jefe de los Servicios de Farmacia de la 7ª Región Militar.
[11] BOE, 30/09/1937, p.3603.

sexta-feira, 4 de outubro de 2013

El proceso del tribunal de responsabilidades políticas

El proceso contra Placido Enrique Vargas Corpas en el Tribunal de Responsabilidades Políticas


En sus pesquisas sobre la guerra civil el Prof. Salvador Raya Retamero ha encontrado en el Archivo de la Real Chancillería de Granada los procesos conducidos bajo el Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado en 1939 por el régimen de Franco. Entre ellos identificó el de Vargas Corpas (que hasta entonces no conocíamos) y, al encontrar en internet las notas de este blog, pronto estableció contacto indicándonos como y donde obtener esa documentación. Al Prof. Raya, por lo tanto, nuestra gratitud por su gesto, así como al Archivo de Granada que nos ha enviado a Brasil las copias de todo el proceso. También le damos las gracia,s una vez más, al querido amigo José Luis Entrala de quién hemos recibido apoyo para interpretar el significado de tales documentos y, más importante, para mantener el equilibrio emocional que uno necesita para compulsar papeles de esa época tan trágica y para “tragar” toda la indignación que ellos todavía provocan: por la injusticia de aquellos actos, por la hipocresía de los que los han redactado, pero, más que todo, por la vergüenza, a que tantos han sido obligados, de renegar a sus padres, sus tíos, sus abuelos, sus héroes, para sobrevivir hasta que la libertad pudiera renacer.

El proceso y sus revelaciones

Los documentos de este proceso se refieren únicamente a los esfuerzos que hizo la viuda de Placido Vargas, Maria Luisa Muñoz, para defender el patrimonio de la familia ante acción de intervención de sus bienes por un bando militar de 10 de septiembre de 1936.[1]  Después de las primeras actitudes con intención de impedir la muerte de su marido, en lo que no logró éxito, pues lo fusilaron el 28 de octubre,  Maria Luisa tuvo que dedicar-se a recuperar su patrimonio. En el año 39 eses procesos pasaron de la administración militar al nuevo Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado por una ley de 9 de febrero, la ley de responsabilidades políticas. Por ese motivo Maria Luisa tuvo que nombrar un abogado, Don Alejandro Avial y Llorens, para cumplir las exigencias y tramites.  Es por lo tanto este señor el responsable por elegir los argumentos, documentos y pruebas presentados para defender los intereses de la viuda.
El artículo segundo de esa legislación declaraba fuera de ley a Izquierda Republicana, a la cual Placido había pertenecido. Además el artículo cuarto definía las condiciones en que una persona sería considerada culpable:

c) Haber figurado, a virtud de inscripción efectuada antes del dieciocho de julio de mil novecientos treinta y seis, y mantenida hasta esta fecha, como afiliado de los partidos, agrupaciones y asociaciones a que se refiere el apartado anterior, excepción hecha de los simples afiliados a organismos sindicales.
e) Haberse significado públicamente por la intensidad o por la eficacia de su actuación a favor del Frente Popular ó de los partidos y agrupaciones comprendidos en el articulo 2º; o contribuido con ayuda económica a los mismos, prestada de manera voluntaria y libre y con propósito deliberado de favorecerles, aunque no se hubiesen desempeñado puestos directivos ó de representación, ni cargos o misiones de confianza, ni sé tratase de afiliados a aquellos.

 Bajo tales dispositivos el abogado ha propuesto cuatro líneas de argumentación:

1.     Demonstrar que los bienes de la familia habían resultado solamente de la herencia recibida por la esposa de Placido Vargas en el año 17, de una tía, en casa de quien vivían entonces ella, su marido y sus hijos.
2.  Demonstrar que ningún otro miembro de la familia, además del fallecido Plácido Vargas, estuviera involucrado en acciones políticas de que él había sido acusado.
3.     Demonstrar que Plácido Vargas, que ya había pagado con la vida por sus actividades políticas a servicio de la causa republicana, al ser detenido por los nacionales no poseía arma en su poder y no intentó reaccionar.
4.    Minimizar la responsabilidad de Plácido Vargas como personalidad importante en su grupo político y las acusaciones de ser marxista y defensor de la violencia.

 En defensa de su representada así expone:

“1º. El inculpado don Plácido Enrique Vargas Corpas falleció en Granada el día 23 de octubre de 1936 a consecuencia de haberse hecho efectiva la disposición de la Autoridad Militar en aplicación del Bando de Guerra sin que se instruyese actuaciones sumariales de clase alguna.
2º. Del matrimonio del causante con mi representada, existe cuatro hijos mayores de edad, que desde la iniciación del glorioso alzamiento nacional vienen colaborando efectivamente con el mismo en la siguiente forma: D. Enrique de Vargas Muñoz se alistó voluntario desde el primer día del movimiento en nuestro Ejército Nacional, siendo Alférez de Complemento de Artillería y en la actualidad, es desde hace más de un año, Capitán de dicha Arma y Escala encontrándose actualmente haciendo sus estudios en la Academia de Artillería de Segovia y habiendo prestado sus servicios como tal, en los frentes de Granada, Málaga, Madrid, Córdoba, Extremadura y Toledo; citado como distinguido en la Orden General de Ejército del Sur y habiéndosele concedido Cruces de Guerra Rojas y de la Campaña por su actuación. Y debiendo tener presente y todo ello en su favor y como más meritorio, que cuando se presentó voluntario y marchó al frente su padre se encontraba ya detenido, demostrando a pesar de ello, su adhesión inquebrantable al Movimiento Salvador de España. D. Octavio Vargas Muñoz ha servido durante toda la campaña como simple soldado de Infantería en el Regimiento de Lepanto, hasta que fue licenciado al terminarse la campaña, poseyendo en la actualidad el carnet provisional de F. E. T. y de las J. O. N. S. nº 181 y que su hija Maria Luisa Vargas Muñoz, en unión de su hermana Carmen, pusieron todo cuanto poseían a favor de la Causa Nacional y sin acordarse para nada de la situación en que se encontraba su padre, sirvieron desde el primer momento con verdadero cariño a nuestra Causa, prestando sus abnegados servicios de Enfermera en los Hospitales de Granada y confeccionando ropas para los soldados y cumpliendo el Servicio Social como puede acreditarse.
Demostrándose por todo lo dicho de una manera clara y rotunda la adhesión incondicional de la familia del Sr. Vargas Corpas a la Causa Nacional.
3º. Los bienes que integraban el patrimonio familiar pertenecían en su totalidad a mi representada, como se puede acreditar por la Declaración Jurada que tiene esta prestada, por el expediente que a su debido tiempo se formó por orden de la Autoridad Militar y por las declaraciones que deben constar ante el expediente que conoce el Juez civil de Responsabilidades Políticas y fueron aportados al matrimonio en virtud de herencia de la tía de mi patrocinada, doña Lucrecia de Mesa y Zafra, la cual dejó por heredera de todos sus bienes a doña Maria Luisa Muñoz Mesa en febrero de 1917 o sea a los ocho años de haberse celebrado el matrimonio con el Sr. Vargas y ascendiendo el total de la herencia según consta en el expediente a la suma de sesenta y ocho mil pesetas nominales, pero que por estar incluida en ellas acciones y obligaciones de la Bética y Carrillo, el valor real de la misma según el depositario de los fondos, que se encuentran embargados, ascienda a unas cuarenta e cuatro mil pesetas.
Al matrimonio el causante solo aportó el sueldo de Maestro Nacional que en el momento de celebrarse era de pesetas ochocientas veinticinco anuales, cantidad irrisoria y a todas luces insuficiente incluso para la propia manutención.
4º. Los cargos que se imputan al inculpado son los siguientes: Haber sido propagandista directivo y afecto al Frente Popular. De los informes emitidos por las Autoridades que obran en el expediente no aparecen demostrado la realidad de los mismos, toda vez que no se concreta el cargo directivo que haya ocupado dentro de las Organizaciones o Partidos afectos al Frente Popular, ni siquiera existe unidad de criterios entre los informantes para determinar el partido político a que pertenecía el inculpado. Es cierto que el mismo profesaba ideas de izquierdas, pero no lo es que haya ocupado cargos directivos, ni que se haya significado con a[ctos] contrarios al Glorioso Alzamiento Nacional. El triunfo del Alzamiento en nuestra ciudad en los primeros días de la Cruzada motivó el que ninguna persona pudiese realizar actos contrarios al mismo e hizo perder toda su eficacia a cualquiera actividad  [pos]terior, razón por la que, las sanciones establecidas en la Ley de Responsabilidades Políticas han de atenuarse en máximo grado, habida cue[nta] de la inexistencia de perjuicios y daños por razón de actividades de carácter público.
De otra parte, dada las circunstancias que en el presente caso concurren, las sanciones habrán de recaer necesariamente sobre personas de indudable adhesión al Movimiento Nacional, comprendidos en los casos excep[…] del artículo quinto y de atenuación del artículo sexto de la repetida Ley de 9 de febrero de 1939 y como las sanciones que habrían de imputarse en el presente caso tendrían que ser exclusivamente de tipo económico sin que existan bienes de esta clase propiedad del causante y sus herederos que han prestado todos eminentes servicios al Movimiento Nacional y demostrado su pública adhesión a los postulados del mismo, se acog[en] a los beneficios que establece el artículo quince de la precitada Ley en cuanto solicitan se les exceptúen en la parte de herencia que le corresponde, es claro que no hay posibilidad de hacer efectiva una responsabilidad pecuniaria en los bienes del inculpado, en atención a t[…] lo cual, al Tribunal que teniendo por presentado este escrito, en su vista de [de]clarar que no procede la imposición de sanciones económicas al inculpado por encontrarse comprendidos sus herederos en el beneficio que establece el artículo quince de la mencionada Ley de Responsabilidades Políticas de 1939.
Así es de justicia que pido en Granda a 7 de febrero de 1940. – Alejandro Avial.”

Así, por los argumentos del abogado presentados en 1940, se identifican los esfuerzos que hicieron los Vargas Muñoz para intentar sacar al padre de la prisión ó, por lo menos, de la muerte, desde los primeros días de la ocupación franquista en Granada. En aquellos primeros momentos era esa su única determinación. Alistarse en las tropas de ocupación y en servicios sociales seria, entonces, la estrategia posible para entrar en el sistema y cambiar la suerte del padre. No había otra alternativa. Considerando las amenazas que pesaban sobre la familia, ó bien “adherían” al lado vencedor, ó bien cogían en armas para hacerles la guerra. Pero esta opción exigía que se fugasen de Granada, condenando definitivamente al padre, y dejando rehenes del enemigo la madre, las hermanas y los bienes de la familia. Nadie les puede criticar la opción que entonces han elegido. Nadie puede interpretar, tampoco, por tales actitudes, que ellos eran políticamente contrarios a su padre ó que han traicionado sus ideales.   

Sobre la acusación de que Placido Vargas era un activista de la violencia no hay en el proceso una sola prueba ó declaración atribuible a Plácido Vargas en que se revelara tal actitud. Al contrario, en la única declaración con que se pretende comprobarlo, lo que se afirma es que Placido había sido abucheado por parte de los electores de Guejar Sierra y que estos lo pretendían linchar.[2] 

Seguramente la familia tenía condiciones de añadir muchos argumentos a favor de Plácido si eso fuera sugerido por el abogado. Uno de ellos sería la carta firmada por él en prisión contra los bombardeos que hacían los republicanos con el intento de retomar el control de Granada.[3] Más importante aún, por el significado que tuvo para su familia y sus descendientes, ha sido la poesía a él dedicada, en el año 1932, por P. Lópis Lópis, que su hija Carmelina mantuvo entre sus guardados hasta los últimos días de su larga vida.[4] 

“Vargas
Inteligente y bueno: generoso,
simpático y curioso, como un niño,
sabe ganar de todos el cariño
y sabe ser con todos cariñoso.
Cumplidor del deber, fiel y celoso,
sencillo en su exterior, sin desaliño,
si al discutir con él me enfado y riño,
me desarma su gesto bondadoso.
Ecuánime, sereno, muy activo,
plácido de carácter y reflexivo,
tiembla al oír de su Granada el nombre,
y en ella, y en los suyos, recio y vivo,
ha puesto sus amores este hombre.

P.Lópis Lópis, Huelva, VI-32”


El tribunal ha proferido su sentencia en 3 de abril de 1940. Consideró culpable a Placido Enrique imponiendo a sus herederos (la viuda y los cuatro hijos) una multa de 2.000 pesetas, pero eximiendo del pago la parte proporcional a Enrique (una quinta parte), por sus relevantes servicios. La sanción se pagó, pero su valor, en realidad, se había tornado insignificante frente a la muerte de Placido Vargas y a la dimensión del terror mantenido a lo largo de todos aquellos años. 


De las cruces de guerra que ha recibido el hijo Enrique, nadie, hasta aquí, supo de ellas.





[1] El proceso fue, años después, transferido al Tribunal de Responsabilidades Políticas.
[2] Véase, en el proceso, la declaración de Don José López Ganivet.
[3] Quizás sabían todos – la familia y la “justicia” franquista – que aquello había sido una actitud impuesta.
[4] Lo tenía en la mesita de noche de su habitación, en la Residencia San Juan de Dios, en Granada. Ella ha permitido que lo copiásemos durante una visita que le hicimos en octubre de 2005. Carmelina se murió en enero del año siguiente. Pedro Lópis en enero de 32 ocupó como director accidental la Dirección General de Primera Enseñanza, del Ministerio de Educación, en Madrid.

quarta-feira, 5 de outubro de 2011

El caso del profesor Vargas Corpas en el Instituto Cervantes de Brasília.

La declaración de reparación y reconocimiento personal concedida a la memoria del profesor Vargas Corpas ha sido el primer documento de esa naturaleza solicitada desde Brasil. El hecho llamó la atención del Instituto Cervantes, de Brasilia, que ha decidido abrir su programación cultural del año 2011 con una sesión que tenía por tema la guerra civil española de 1936-69. En su primera parte, la profesora Ana Vargas, del cuerpo docente del Instituto, presentó el tema “El arte y la guerra civil”. En seguida, la señora Carmen G. Vargas, nieta de Vargas Corpas, presentó un resumen del proceso que sufrió su abuelo. Al final de la sesión habló el embajador, D. Carlos Alonso Saldíva,r sobre los movimientos migratórios.




Se reproduce, a seguir, el discurso que presentó la nieta del profesor Vargas Corpas en el Instituto Cervantes.

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Instituto Cervantes – Brasilia – 7 de abril de 2011

A propósito de la Ley de Memoria Histórica y la República de los Maestros:
un homenaje a mi abuelo Placido Enrique Vargas

Buenas tardes,

Cuando le sugerí al director del Instituto Cervantes, don Pedro Eusebio, que promocionara una conferencia sobre la Ley de Memoria Histórica, mi intención fue la de compartir con la comunidad española de Brasilia una experiencia reciente, muy personal, y por lo que sé, inédita. También pensé que pudiera compartirlo con las personas que se interesan por la cultura de España.

Según estoy informada yo he sido la primera ciudadana española, residente en esta capital, a ingresar con un pedido de Reparación y Reconocimiento Personal a un ciudadano afectado por la guerra civil de 1936, un procedimiento previsto en la Ley de Memoria Histórica de 2007.

Esa Ley, para quien no lo sabe, permite la reapertura de procesos que fueron motivados por aquella guerra. Una guerra de tristes consecuencias para todos los españoles y que causó heridas que nos llevaron muchas décadas de sufrimientos.

Mi pedido fue enviado al Ministerio de Justicia, en España, por medio de los servicios consulares de la embajada de Brasilia. Y en octubre del año pasado he recibido finalmente la contestación. Me concedían la Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal a la memoria de mi abuelo, Plácido Enrique Vargas Corpas, que fue maestro de la Escuela Normal de Granada.

Para mí era el fin de una larga historia y de una larga jornada.

Una historia con más de 70 años.

Y si no tuvo un final feliz, porque supuso la muerte violenta de mí abuelo, sí que permitió restablecer alguna justicia.

Al contarles mi experiencia, espero animarle a otros españoles e hijos y nietos de españoles a que busquen también información sobre sus ancestrales que fueron víctimas de la Guerra Civil.

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Antes de seguir, me gustaría hacer una pequeña pausa para subrayar dos puntos que considero importantes:

El primero para decirles que mi narrativa no tiene cualquier propósito político que no sea el de saludar, con el sentido ciudadano, a la democracia española.

El segundo para darle las gracias a algunas personas que me han permitido estar hoy aquí para contarles mi historia:

A José Luis Entrala, historiador granadino, por las informaciones que nos aportó con su libro “Granada Sitiada”, pero también por su apoyo, incentivo y amistad;

A Ramón Panes, oficial del consulado español en Brasilia, por la atención y cuidados con los tramites de mi petición junto al Ministerio de Justicia;

Al director don Pedro Eusebio, por la receptividad a mi propuesta.

A Monica Barcelos, gestora cultural, a Ana Isabel Vargas, profesora, a Begoña Comenero, jefe de documentación, y a Norma Peixoto, bibliotecária, por el cariño y ayuda;

y a todos los amigos de Brasilia que están aquí hoy.

Muchísimas gracias a todos.

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Nací en 6 de agosto del 45, seis anos después del final de la Guerra Civil, y en los momentos finales de la 2ª. Guerra Mundial. Fue exactamente en el día de la bomba de Hiroshima.

Mi madre era de Granada y mi padre de Tánger, Marruecos. Y fue en Tánger que nací y donde viví hasta cumplir dos años.

Después fuimos para España, donde nos quedamos hasta el año 53, cuando vinimos para Brasil. Mis padres tenían entonces cinco hijos y mi madre estaba embarazada del sexto, un niño. Mis padres decidieron buscar alternativas en el Nuevo Mundo y superar las dificultades de la vida en un país destrozado por la guerra.

Nosotros, los críos, no teníamos problemas, para aprender el portugués, hacer nuevas amistades, aprender nuevas costumbres, todo era diversión.

Para mis padres fue más difícil, por la distancia de la familia y la correspondencia con España que se iba poco a poco tornando más escasa.

En aquella época una carta llevaba casi un mes para cruzar el Atlántico.

En pocos años nuestra comunicación con España se redujo a las noticias que recibíamos cuando alguien se moría.

Algunas veces yo intentaba hablar con mis padres para recordar los sitios y las personas que habían marcado mí infancia en España, pero el ejercicio no iba lejos. A mi madre no le gustaba recordar lo pasado y raras eran las veces que solíamos ver las fotografías de aquel tiempo.

Poco a poco el pasado se estaba borrando.

La única cosa que mi madre hizo siempre cuestión era de conservar la lengua y los valores de la hispanidad. Dentro de casa solo se podía hablar español.

Nosotros sabíamos que una de las cosas que impedía mi madre de hablar del pasado estaba relacionada con la muerte de su padre. El había sido fusilado en 1936, durante la Guerra Civil. Mi madre nunca nos reveló los motivos de su muerte, ni las circunstancias en que pasó.

A veces mi padre intentaba añadir alguna información sobre el tema, pero mi madre lo impedía. El silencio no se rompía.

Lo que ella contaba era que mi abuelo había sido fusilado por un “lamentable error”. Lo único que había dejado era una carta de despedida, con muchos términos religiosos, donde pedía a su mujer y a sus hijos que fueran valientes para enfrentar las dificultades. También decía, como que justificando el lamentable error de que hablaba mi madre, que “Dios escribe derecho aunque parezcan a nuestra pobre mente, tan humana, renglones torcidos”

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Volví a España, por primera vez, en 1988, 35 años después de haber salido de allí. Entonces empezamos mi marido y yo, una busca incansable para aclarar la muerte de mi abuelo.

Busqué a mis tíos, hermanos de mi madre, que todavía estaban vivos en Granada. Pensé que ellos, seguramente, me contarían todo.

Me equivoqué.

Ellos no hicieron otro cosa que repetir lo mismo que decía mi madre: que el abuelo era una persona muy religiosa y que todo no pasó de un gran y lamentable error.

Solamente muchos años más tarde, volviendo otras veces a España, fue que la historia se fue aclarando, con sus motivaciones y contextos. No directamente por mis tíos, sino que investigando en libros sobre el tema y buscando documentos en los archivos públicos.

Mi madre, mi padre y mis tíos, todos han fallecido sin jamás decirnos una palabra que no fuera repetir la historia del “error”.

Me he dado cuenta, además, que el silencio no era cosa solamente de mi familia. Lo encontré igualmente en casi todos los españoles y especialmente en los granadinos con quién intenté obtener alguna información. Era algo “endémico”. Poco a poco, a medida que iba conociendo lo que pasó en aquel entonces, pude comprender la razón del silencio y lo que significaba verdaderamente una guerra civil.

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Mi abuelo era maestro de la enseñanza pública. Enseñaba en la Escuela Normal de Granada, la misma en que se había graduado en 1904.

Estaba a punto de jubilarse cuando España se transformó en una república, en el año 1931.

Y la república llegó con un gran programa político para democratizar la enseñanza y reducir el papel de la iglesia en el sistema educacional.

Se quería llevar la cultura y la enseñanza a toda la población pobre y marginalizada, con énfasis en las poblaciones rurales, donde la ignorancia significaba garantía de mano de obra para los barones locales. En el caso de Granada, eran los barones del azúcar de remolacha.

Mi abuelo no era más, entonces, un joven ilusionado por ideologías revolucionarias. Pero como viejo maestro, con la experiencia de enseñanza en los pueblos vecinos de Granada y Almería, seguramente ha creído que el programa republicano era la solución para Granada y para la propia nación española.

Mi abuelo ha participado de muchas de esas innovaciones. Con el hijo mayor se incorporó a una de las Misiones Pedagógicas, un programa que llevaba el cine, el teatro, la lectura y otras actividades culturales a las poblaciones lejanas, analfabetas y que jamás habían recibido la atención de los gobiernos anteriores.

Se menciona que en esa época se han instalado en toda España, algo como 5.500 bibliotecas. Por casualidad o causalidad genética, soy la coordinadora del proyecto cultural “Bibliotecas Casa do Saber”, que en los últimos casi cuatro años ha logrado crear 88 pequeñas bibliotecas en Brasília y otros dos Estados. Los libros vienen de donaciones de la población de Brasilia, incluso del Instituto Cervantes, y los demás costos son cubiertos por una empresa privada – la red GASOL de Combustibles. Algunas de ellas en las áreas rurales y dos en otros estados, en el interior de Maranhão y de Ceará. Esa experiencia, mayormente en las áreas rurales, es que uno siente más que en cualquier otro sitio las carencias culturales.

Cerrando este pequeño paréntesis, vuelvo a mi narrativa.

Por todo que se hizo entonces, aquella época pasó a ser llamada por los historiadores, con mucha propiedad, como la “República de los Maestros”.

Pero otras cosas no iban bien y la república tuvo grandes dificultades en mantenerse. En las elecciones de febrero del 36 las fuerzas políticas estaban muy divididas y la crispación era creciente.

Las elecciones fueran muy reñidas. Mi abuelo participó muy activamente de esas disputas y mencionan los relatos de la época que llego incluso a ser perseguido por opositores en un pueblo, donde solo pudo salir con la protección de la policía.

En varias municipalidades de la provincia de Granada las elecciones tuvieron que repetirse, por acusaciones de irregularidades. Algo semejante pasó en otras provincias.

Al fin, los republicanos han conseguido la mayoría. Pero la reacción no tardó mucho.

El día 18 de julio se declaró el golpe militar. Y tres días después Granada estaba bajo el control de las tropas rebeldes. Todos los dirigentes del gobierno local y los integrantes más destacados de los partidos que apoyaban el gobierno, así como los miembros del magisterio, fueron presos inmediatamente.

En la cárcel mi abuelo fue uno de los signatarios – muy probablemente bajo coacción - de una carta, del 8 de agosto, criticando los ataques aéreos que el gobierno republicano lanzaba sobre Granada para intentar retomar el control de la ciudad. Pero el bombardeo continuaría a pesar da la represalia del comandante de los rebeldes, que determinara el fusilamiento de aprisionados.

Poco después el gobierno de Franco empieza una gran reacción contra el sistema educacional republicano. Manda suspender de empleo y sueldo todos los maestros que de algún modo cooperaron con el régimen republicano. Se instalan, entonces, las Juntas de Depuración del Magisterio.

En la condición de miembro de un partido de izquierda y maestro, las posibilidades de mi abuelo sobrevivir eran completamente nulas. Su mujer, muy religiosa, buscó apoyo en la iglesia. Pero a pesar de todos los esfuerzos y ruegos de la familia, nadie ha conseguido cambiar lo que ya estaba decidido.

Después de tres meses en la cárcel, en la madrugada del 23 de octubre de 1936, Placido Vargas fue ejecutado por tiros de fusil delante de la tapia del cementerio de Granada,

El proceso de la Junta de Depuración contra mi abuelo, totalmente basado en declaraciones de ningún valor jurídico, solo fue terminado en octubre de 1940, cuatro años después de su muerte. Lo han sentenciado, entonces, a la separación definitiva del magisterio y baja en el escalafón respectivo.

Era lo mismo que una nueva codena de muerte para un hombre que había vivido para la enseñanza y que encontrara en la militancia política el mejor camino para que la instrucción se hiciera el más democrático derecho de sus conciudadanos.

-o-

La apertura de los archivos de la Guerra Civil y la ley de Memoria Histórica aprobada por los gobiernos democráticos de España, me han permitido conocer lo que le había pasado a mí abuelo y pedir la reparación que la ley permitía.

Hoy me siento inmensamente feliz por haber conseguido rescatar la dignidad de la memoria de mi abuelo e la reparación moral por las injusticias de que ha sido víctima. Este documento es la prueba definitiva de que se ha partido el silencio que ha inquietado mi alma por tantos años.

Ese documento deshace, también, el “lamentable error” que ha avergonzado mi madre, sus hermanos y su propia madre, mi abuela.

Desafortunadamente ninguno de ellos pudieron leer el documento de reparación concedido por el Estado español

Creo que he cumplido mi obligación, como nieta y como ciudadana.

Muchas Gracias.

Carmen Vargas Ganzelevitch



sábado, 1 de outubro de 2011

La Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal

La Ley de Memoria Histórica aprobada por el congreso español en 2007 (Ley 52/2007) ha posibilitado el restablecimiento de un poco de justicia a quienes perdieron la vida en los tristes tiempos de la guerra civil. A sus descendientes, hijos o nietos, se abrían, entonces, la oportunidad de tomar como misión la rehabilitación de la memoria de los padres o abuelos. Para muchos una tarea casi imposible.

En el caso del profesor Vargas Corpas, sus hijos ya estaban muertos y sus nietos – que siquiera tuvieron la oportunidad de conocerlo – habían todos emigrado para Brasil a principios de los años 50. Además, no quedaban otros testigos familiares, ni mismo la memoria de amigos y vecinos. Afortunadamente, muchísimos historiadores se habían dedicado al tema en los años recientes, aportando con sus pesquisas y análisis un amplio cuadro de nuevas referencias sobre la guerra civil y sobre sus personajes.

Con tales informaciones y con la suerte de conquistar el apoyo y comprensión del historiador granadino José Luís Entrala, fue finalmente posible encontrar en los archivos españoles los documentos que están publicados en este blog y, de esa manera, comprender el sentido de los últimos años de vida de Vargas Corpas. Y, aúm más importante, deshacer el velo del real motivo de su muerte.

Todo eso ha formado un proceso encaminado al Ministerio de Justicia por intermedio de la Embajada de España en Brasil en noviembre de 2009. El ministerio no solicitó ninguna otra comprobación. Algún tiempo después llegaba el documento del Ministerio de Justicia español: la Declaración de Reparación y Reconocimiento Personal en favor del profesor Placido Enrique Vargas Corpas. Adelante se reproduce el mencionado documento ministerial, de la misma forma que el expediente firmado por la subsecretaria Purificación Morandeira Carreira.



Habían pasados 74 años desde su muerte.

domingo, 21 de março de 2010

Las contribuciones de José Luis Entrala

La búsqueda por más informaciones sobre el gran misterio de nuestra familia, la muerte de Plácido Enrique Vargas en 1936, nos llevó al libro de José Luis Entrala, “Granada Sitiada 1936-1939”. Luego se da uno cuenta que el autor tiene un gran compromiso con la historia de Granada y, además, en aportar con imparcialidad nuevas informaciones que permitan mejor comprender lo que llevó los españoles a los hechos que resultaran en la peor pagina de su historia. No tuvimos duda en buscarlo, aun que, por distantes en Brasil y sin conocerlo, temíamos no recibir contestación. Pero nos ha sorprendido; no solo contestó prontamente a nuestro email, como se dispuso a consultar sus archivos para ayudarnos con más datos y referencias. Sus informaciones han iluminado nuestro trabajo y nos estimuló en seguir adelante. Su contribución no podría, por lo tanto, dejar de constar en este espacio, especialmente ahora que acabamos de adicionar los documentos obtenidos junto al Archivo General de la Administración relativos al proceso contra Plácido Vargas.

Cuando, hace unos días, le consultamos sobre divulgar aquí sus informaciones, más una vez prontamente nos contestó dando-nos su autorización.
Aquí está:


“Hola Maricarmen:

Ya puedo contestarte algunas cosas, aunque lamentablemente no son todo lo concretas que tu y yo quisiéramos. Pero ahi van:

Respecto a los motivos de que tu abuelo fuera asesinado

1. Las notas publicadas por el diario "Ideal" con las listas de maestros a los que se suspende de empleo y sueldo afirma claramente que son maestros "afectos a la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza". Esta Asociación era de carácter marcadamente socialista y muchos de su miembros activistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Plácido Vargas lo era sin duda y así se demuestra con el documento que ustedes tienen sobre su participación en las elecciones del 16 de febrero de 1936 en representación del Frente Popular (uno de cuyos partidos asociados era el PSOE).

2. Plácido Vargas tuvo la "desgracia" también de ser un intelectual destacado en su calidad de catedrático de la Escuela Normal de Maestros de Granada. Era pues, un "maestro de maestros".

3. El hecho, que yo no pongo en duda, y como afirman algunos de tus tíos, de que Plácido fuera buena persona y católico convencido no fue tenido en cuenta. Ni en él ni en tantos otros que como él que cayeron en aquellos días.
Para el comandante Valdés, jefe de la rebelión nacionalista en Granada (a cuyos hijos y nietos conozco personalmente), en aquellos momentos había un enemigo a batir; todo el que fuera politico de izquierdas, simpatizante o intelectual. Y tu abuelo unía todos estos motivos. Era victima segura desde el momento en que le detuvieron. Fue uno mas de los profesores, catedráticos, escritores o poetas que habían manifestado su simpatía por algún partido de izquierda o que, simplemente, no querian saber nada de militares, falangistas y gentes de la extrema derecha.

4. En resumen; a tu abuelo le mataron por ser socialista y por ser intelectual. Como a Garcia Lorca (que en este caso se sumaba ser homosexual) y como a tantos otros.
O simplemente porque le caía especialmente mal a alguno de los "escuadristas" encargados de los asesinatos. Hubo muchos casos asi y tu abuelo seguramente tenía enemigos y envidiosos en la misma Escuela Normal, entre compañeros de profesión o, sin duda, entre los que se arrogaron la misión de "limpiar" a Granada y a España de "rojos".
Tampoco esto es fácil que se sepa nunca.

La fecha de su muerte

Sobre la fecha podíamos discutir durante años. Pero anticipo que el hecho de contar con una partida de defunción fechada no quiere decir nada. Esas partidas se hicieron para "legalizar" los asesinatos y las fechas se ponían muchas veces a voleo. Lo más seguro es que muriera bastante antes. Y creo que nunca se podrá saber. Fijate que en el caso de Garcia Lorca, que se ha investigado hasta el límite, tampoco hay seguridad.
A tu abuelo le encarcelaron por ser quien era. Y le mataron, posiblemente en una de aquellas represalias por los bombardeos aéreos. Pudo ser en agosto en septiembre o en los primeros dias de octubre de 1936.

La partida de defunción

En la partida de defunción de tu abuelo hay un dato muy curioso y macabro.
El que firma como secretario es José Jimenez de Parga, un destacado falangista de primera hora y miembro importante de las "escuadras del amanecer" que sacaban a los presos de la cárcel para subirlos hasta las tapias del Cementerio y alli fusilarlos. O para arrojarlos a cualquier otro sitio.
Digo que es curioso que quien firma certificando la muerte de tu abuelo pudo ser uno de los que lo mataron. Conste que no lo afirmo, porque no tengo ninguna certeza. Solo digo que José Jimenez de Parga destacó mucho en esta labor, como es público y notorio.
Yo fui compañero de colegio en los años 40 de un sobrino suyo. y otro sobrino, Manuel Jimenez de Parga, ha sido catedratico de derecho, ministro con la democracia y politico muy importante.
Lógicamente las culpas de su tio (y quizás de su padre) no pueden recaer sobre quienes eran niños chicos en aquel turbulento verano de 1936.

La carta desde la cárcel

La carta que firmó tu abuelo junto a otros destacados politicos encarcelados no tiene duda.
Por una parte demuestra de nuevo que tu abuelo fue un personaje importante de la izquierda cuya firma interesaba poner (en la cárcel habia miles de personas a las que nadie pidió su firma).
Y por otra, demuestra que estaban muy asustados porque cada día y cada noche veían sacar a sus amigos y compañeros para no volver a verlos. Ese pánico justifica de sobra la carta que seguramente es auténtica y que firmaron personajes fundamentales que caían fusilados muy poco después.
La carta no sirvió de nada a quienes la firmaron con la esperanza de que jugaría a su favor en la mente de quienes les tenían presos.

La muerte del Comandante Valdés

Si les puede servir de consuelo sepan que el Comandante Valdés, fue tan violento y tan feroz que llegó a asustar a la misma gente de derechas. Desde Granada se presionó a Franco para que le sacara del cargo de Gobernador Civil que ostentaba, con absoluto despotismo. Y asi fue porque en 1937 fue trasladado al frente de batalla y sufrió una herida de guerra que acabó con su vida antes de que terminara la Guerra Civil.
Y, como dato estremecedor, la sociedad granadina casi al completo, le dio de tal manera la espalda que a su entierro apenas asistió nadie y el diario "Ideal" apenas dio espacio ni titulares a la noticia de su muerte. Y eso era en los comienzos de 1939, apenas dos años y medio después de su trágica jefatura.


Final... por ahora

Una vez más quiero decirte que el trabajo que he leído de tu marido es excelente. Y lamento decirte que poco mas se podrá saber nunca sobre la muerte de tu abuelo. Sería una casualidad encontrar a alguien que supiera de él. Porque esa persona tendrá ahora 90 años por lo menos. Pueden existir testimonios escritos de su vida profesional y politica, pero de sus últimos días creo que no.
De todas formas prometo seguir investigando donde y cuando pueda. Le preguntaré al mismisimo Ian Gibson (el mejor investigador y mas conocedor de Federico Garcia Lorca) por si él tiene algo. Y procuraré buscar en la Escuela Normal de Granada y en la delegación de Educación.

Por último, aprovecho para disculparme por una errata que he visto ahora en mi libro y que me había pasado desapercibida. Unas veces nombre a tu abuelo como Vargas Corpas y otras como Vargas Corpus. No se si la culpa es mía o de la imprenta que compuso el texto, pero finalmente yo soy el responsable y por eso les pido perdón.

Seguiremos en contacto.

Un abrazo para ti, para tu marido y para todos los tuyos

José Luis Entrala Fernández”

[agosto de 2006]